Las fechas navideñas son un gran acicate para el consumo.
Se dispara el gasto de las familias tanto en alimentación como en regalos y otras compras. La
Navidad cada vez se adentra mucho más pronto en las calles y los comercios. Desde principios de noviembre ya se pueden ver escaparates de Navidad en muchas calles comerciales.
Pero, si de verdad hay un pistoletazo de salida, que abre la "veda" navideña, sobre todo, en los Estados Unidos, ese es el día después del
Día de Acción de Gracias. A este día se le conoce como el
Viernes Negro o
Black Friday. Ese día los comercios se llenan de personas que compran y compran, podemos decir, sin mesura. El consumo se dispara y las empresas redoblan sus esfuerzos por hacer las mejores ventas de todo el año.
Pero vayamos por partes.
¿De dónde viene lo de viernes negro? El origen más probable es el que se basa en los términos económicos que las empresas utilizan para dar sus resultados. Incluso los ciudadanos de a pié lo sabemos. Cuando debes dinero al banco (no tienes un centavo), te dicen que estás en “números rojos”. Pues es el motivo, por el que se le conoce como viernes negro. Al ser un día de muchas compras y de mucho gasto de los ciudadanos, las empresas enjugaban sus posibles pérdidas del año o “números rojos” y volvían a “dígitos negros”, es decir, a positivo, a ganancias.
El otro origen, algo menos técnico, indica que se conocía como “viernes negro” debido a los grandes atascos, tanto de personas como de vehículos que se producían en las calles más comerciales, por la nutrida concurrencia de personas en el horario comercial de los establecimientos.
"Paciencia, amabilidad, prudencia y sentido común, son muy necesarias para un día como el 'Viernes Negro'"
Sea como sea, para no salirnos del tema, aquí van algunos consejos para no perder los nervios, la educación ni la compostura.
1.
Paciencia. Seguramente la capacidad que deberá tener mejor desarrollada y asumida para ese día. No debe ponerse nervioso ante las grandes colas para adquirir un artículo, para pagar en la caja o para que le envuelvan un
regalo.
2. Educación. Aunque el día sea propicio para perder los nervios y la buena educación, debe ser amable con los empleados que le atienden, y comprender que ellos están sometidos a mucha presión ese día.
3. Respeto. Además de ser respetuoso con los demás, tanto con otros clientes como con los empleados, debe respetar su turno para que la atienda, la cola que le lleva a un probador o una caja, o incluso la cola de espera para poder entrar a un determinado establecimiento.
4. Amabilidad. Por muchas prisas que lleve, por muy complicado que haya sido el día no debe olvidar que las cosas se piden por favor (“please”) y debe dar las gracias (“thank you”) por la atención recibida. Tampoco de empujones, o golpes con sus bolsas u otros elementos a otras personas que se encuentran en la misma situación que usted, rodeados de personas.
5. Sentido común. Como hemos indicado en otros artículos del portal, a veces, “es el menos común de los sentidos”. Hay que tener un poco de “cabeza” para no quedarse charlando en un sitio de paso o en una puerta de acceso con un conocido, amigo o familiar, no colocar los paquetes en un sitio que estorbe a clientes o empleados, no tener preparado el pago (dinero o tarjeta) cuando llega a la caja, no entorpecer la salida y entrada de vehículos en un parking (aunque sea para ese segundo que todos decimos que vamos a tardar), etc. Hay que tener un comportamiento medianamente cívico y razonable. Tampoco debería salir con niños demasiado pequeños a sitios tan concurridos donde será un peligro para ellos y para usted, que deberá andar con “cien ojos” para que no se le despiste o se pierda entre la multitud.
6. Normas y reglas. Adaptarse a las normas del establecimiento, o las de las propias autoridades que pueden dictar en un determinado momento o para ocasiones especiales como de la que estamos hablando.
Si logra sobrevivir a una aglomeración tan grande de personas haciendo compras durante todo el día, es muy fácil que el camino más difícil de sus Navidades ya haya pasado.
Si no se ve con fuerzas o con la suficiente paciencia y templanza para afrontar una aventura como esta, mejor quédese en su casa y salga otro día de compras. Nadie debería tener que pagar su mal humor o sus malos modales si no sabe dominar sus nervios y su carácter en situaciones tan ajetreadas.
Tomado de: protocolo.org